En la mañana de un día rutinario, me levanté, me preparé las cosas para ir al colegio y partí para la escuela porque tenía doble turno. Al finalizar la clase de francés me esperaba mi novio en el quiosco enfrente de la escuela llamado “El Rojo” o “El Mini” por sus clientes.
Salí de la escuela, crucé la calle y fui directo hacia él para saludarlo, lo hice y después pensamos a donde íbamos a ir a comer y llegamos a la conclusión que era una buena idea ir al bar que estaba en Rioja y Entre Ríos llamado Celestina en donde ya habíamos ido a almorzar y la comida nos había gustado, era abundante y barata.
Mientras caminábamos para poder alimentarnos se podía observar a toda clase de personas. La mayoría de ellas estaba acalorada, pegoteada y ya sin ganas de nada. El trafico era el típico del mediodía rosarino, la llamada hora pico es lo peor que hay, los conductores están desesperados por llegar a su hogar no respetan ni una regla y eso que la prioridad la tiene el peatón.
Después de las 3 largas cuadras llegamos a Celestina. Se puede decir q el sitio es agradable, armonioso y fresco. No había mucha gente, algunas estaban solas y otras acompañadas.
Nos sentamos en una mesa cerca del baño y una puerta para salir que da a calle E. Ríos.
Vino la moza a traernos las cartas y se fue. Decidimos lo que íbamos a tomar y a comer y volvió la moza, le dijimos el pedido, se fue por unos minutos y volvió con la bebida. Veinte minutos después regreso con dos lomos uno especial y otro común para mí. Los sándwiches estaban deliciosos y como era tan grande la porción no puede acabar las papas fritas. Cuando terminamos de comer llamamos a la moza, le pagamos y nos fuimos para el Normal que yo tenia q volver a clase. Legamos a la puerta de la escuela nos besamos, entre a clases y el siguió camino hacia su casa.
Tuve un día de curso normal, no falto ninguna profesora.
Salimos de la escuela, cruzamos enfrente al Rojo con algunos de los chicos del aula. Camila, compañera de la escuela y amiga, me pregunto si la acompañaba a comprarse una bolita de un aro y mi respuesta fue positiva.
Parecía q se avecinaba una tormenta así que tratamos de apurarnos. En el trayecto pasamos por una galería con distintos tipos de locales, entre ellos se encontraba uno con ropa y accesorios rockabilly; otro con muñequitos de colección, variados póster, remeras con varios estampados, llaveros, todo con motivos de series, comics y música e iconos de los años 50, 60, 70; además había un negocio con todas cosas de central y también uno de tatuajes.
Pasamos por otra galería, cruzamos la calle y entramos a la galería en donde Camila tenía q comprar su bolita. El local es de los peruanos, de esos que venden muy barato. Mientras Camila compraba yo averigüé por unos collares que no salían caros. Termino de comprar y cada una se fue a su respectiva parada de colectivo, ella Sarmiento y Rioja línea 122 y yo Córdoba y Mitre línea 141.
Me tome el colectivo, llegue a mi casa deje las cosas y me fui a la casa de mi abuela.
Regrese a mi casa me bañe y fui al VOODOO LIVE, un recital en MC Namara situado Tucumán y San Martín. Me encontré con las chicas en la puerta del bar, nos saludamos y fuimos a comprar cigarrillos. Volvimos al lugar y entramos al recital. El bar no es muy grande cuando ingresas podes ver a tu izquierda el escenario, en la esquina el baño, a tu derecha la barra y enfrente el living con sillones muy cómodos color blanco con mesitas haciendo juego.
La gente que estaba en el lugar estaba muy producida, lockeada a la ocasión, había muchos jopos, lunares, tatuajes y vestiditos. La música buenísima la combinación de esas dos guitarras con la batería fue una explosión los chicos q estaban ahí arriba sabían lo que hacían. Los integrantes de las bandas también estaban vestidos acorde al estilo de música que tocaban.
Esa noche tocaron tres bandas, una mejor q la otra. La primera era estilo surf con mucha guitarra llamada Los Melted. Después Thes Siniestros, segunda banda con una mezcla de punk con rockabilly y un poco de surf. Y por último The Broken Toys, la banda que seguimos a todos lados con las chicas con música para bailar como en los años 60 y divertirse hasta el agotamiento.
Cuando los chicos de la banda terminaron su show me tomé un taxi y me fui a dormir a mi casa.